-Historia enviada voluntariamente al blog-
Siempre existe un día que cambia todo, en este caso fue la muerte de su madre.
¿Cambiaría la muerte de la madre todo para las hermanas? Eso no lo puedo decir yo, lo dirán aquellas hermanas que a las que su madre une. Una madre que jamás quería que sus hijas se odiasen, que no se cayeran bien, que no confiaran, y si quería que estuvieran siempre juntas. Por supuesto, a las hermanas les costó demasiado aceptar que su madre se fue. Sí, es demasiado difícil enfrentar su muerte, una muerte insoportable, inesperada y dolorosa.
La madre siempre quería pasar el último momento de su vida con sus queridas hijas, que son quienes más quería en el mundo. La madre recordó cada año de sus hijas, recordó cómo habían crecido, recordó sus sonrisas. En el último momento de su vida necesitaba verlas sonreír. El único problema era que a sus hijas les costó aceptar la nueva situación. Ellas tampoco olvidaron todos los momentos con su madre, y seguirán viendo las fotos inolvidables y maravillosas que salen las tres juntas.
La persona que todo el mundo quiere primero es la madre y, por supuesto, el padre, ambos progenitores. La madre es la primera mejor amiga, la primera que ocupa y conquista el corazón de sus hijos. Siempre es así.
Sin duda, todos los hijos extrañarán a sus padres cada segundo de sus vidas. Madre y padre son la gran conquista de la sonrisa y el corazón.

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